miércoles, 12 de octubre de 2016

Gil Imaná: “La pluma se inclina reverente ante el pincel” / Entrevista realizada por Gustavo Cardoso Subieta


Gil Imaná Garrón, es, sin lugar a dudas, uno de los referentes de la pintura contemporánea que ha hecho del arte nacional, un baluarte, una tendencia y una presencia que ha trascendido en las salas de exposición más importantes del mundo. Él es Gran Premio Pedro Domingo Murillo (1985), Obra de vida (2004), Premio Nacional de Culturas – Bolivia (2004), Condecoración Cóndor de los Andes - Bolivia (2014); y –justamente- Sopocachi ha sido testigo de la creación de gran parte de su obra, pues su taller se situó en la Av. 20 de Octubre, y que compartió con su compañera de vida, la artista Inés Córdova Suárez

Tal es el cariño de Imaná hacia nuestro barrio, que dejó impreso su estilo en un bello mural situado en la calle Boyacá y Gustavo Medinacelli, para el deleite de cada uno de nosotros. 

Es viernes, lo visitamos en compañía de Gladys Quiroga, su amiga desde la adolescencia, nos recibe con mucho cariño. Su hogar es en Calacoto. Gil Imaná, nació en Sucre, cuando la Guerra del Chaco, finalizaba, testigo -desde entonces- de hechos que marcaron a la humanidad, pero no sólo fue espectador, sino artífice…

“Sopocachi ha sido cuna de artistas…”, menciona, “(…) ahí vivió Juan Rimsa[1], ahí tiene su casa Cecilio Guzmán de Rojas, para citar los más importantes (…), pero permanentemente ha servido de taller, de fuente de inspiración y también de crisol donde se encontraron 100 que al final terminaron 10 o 15, ese crisol de calidad se lo ha visto en Sopocachi, por algo es la sede de la Academia Nacional de Bellas Artes Hernando Siles, que el año 1930, se fundó, justamente para fomentar las artes plásticas… por ahí ha pasado también, Solón Romero; Enrique Arnal ha sido profesor, han estado los Lara… y bueno sería difícil enumerar… pero eso sí quiero manifestar la alegría inmensa que tengo al saber esta noticia que me llena de profunda alegría”… (En referencia a Mito Urbano).

Mito Urbano (MU): Señor Imaná, ante todo le agradecemos por esta posibilidad de visitarlo en su hogar, por su afecto, hagamos un breve recuento de su vida, díganos: ¿cuáles fueron los aspectos fundamentales de su niñez… qué le marcó?

Gil Imaná (GI): En mi niñez hay aspectos fundamentales, que marcan mi vida. El año 47 muere mi padre, maestro, a los 50 años de edad, nosotros quedamos chicos, un montón de chicos 5, 6; (…). Y, el 27 de marzo de 1948 se sacude la ciudad, con un fuerte terremoto, en la escala era 6,8 más o menos, pero se cayeron casas, algunos de los apóstoles, que están en el reloj de la torre de la Catedral [Sucre], se vinieron abajo, otros quedaron apoyados (…). 

Un poco tomando a broma es el drama tremendo que hizo que no tengamos comedor, que no tengamos cocina, no tengamos baños; durante más de 6 meses; hemos tenido que ir a la cancha de Wayra Pata, obligados por las circunstancias. 

Pasa el tiempo, 2 o 3 meses y escuchamos un ruido rarísimo [imita], pero permanente, y que ascendía cada vez con fuerza (…): “pack, pack, pack”, golpes en los vidrios… Era una plaga de langostas, de 10 cm., pero no eran 10, ni 100, ni 1.000… eran millones… cubrieron la ciudad, cubrieron los campos, no quedó una hoja verde, en toda el área, nos acompañaron durante 3 años, hasta que después tomaron otro rumbo…

Entonces, estos hechos que marcan, (…) en el orden personal… 

Ese año que murió mi papá, yo le había dicho que no quería estudiar colegio, sino que yo quería estudiar pintura, él me dijo: “no hijito, primero bachiller y después estudias lo que quieres”… fue mi profesor Rimsa a hablar, y le manifestó: “tiene que Ud., autorizar, a que “Gilito”, venga con nosotros, yo voy a estar 3 años, sólo 3 años en Sucre, después, escuelas han de haber, colegios siempre, no se va perjudicar… más bien va aprender una profesión, que en algún momento puede servirle”… y me sirve para toda la vida….

Aceptó mi padre y ese año murió. 

Entonces yo seguí con el curso Superior de Bellas Artes Rimsa, era el nombre que teníamos. Trabajando mañana tarde y noche, una docena de discípulos…

MU: ¿Cuántos años tenía Ud., cuando ingresó a la Escuela de Juan Rimsa?

GI: El caso mío, era especial, ellos tenían 20 años, 18, 17, yo tenía 10, y, sin embargo, cada uno de los compañeros me ayudaba, me indicaba, y eran como ayudantes del Maestro. En realidad [ahora] yo soy el único sobreviviente del grupo, de todo el grupo (…). 

MU: ¿Cómo era Juan Rimsa?

GI: Maravilloso. De aspecto “jesucristiano”, una barbita media rubia, ojos claros, azules, de baja estatura, tenía una deformación en la columna vertebral, por eso andaba con una deformación particular. Pero hombre bueno y generoso (…). Pocas veces lo he visto de mal humor, más bien él nos incitaba a la alegría, nos decía: “están cansados, vamos a descansar”, luego... todos sentados en las gradas… leíamos libros (…). “Ahora vamos a estirar las cuerdas bucales”, expresaba, y aprendimos algunas canciones en ruso, que en ocasiones, cuando venía gente, matizaba la reunión con los coros. 

MU: ¿Qué pasó después de terminar el curso con Rimsa?

GI: Éramos dos de un grupo de 6 ó 7 pintores que habíamos en Sucre, pintores incipientes, que comenzaban y teníamos el Salón de Primavera, el Salón del los amigos del arte… y como naturalmente madura la fruta, maduró nuestro pensamiento y salimos a diferentes ciudades. Con mi hermano [Jorge] fuimos a Potosí, Oruro, La Paz, volví… y después yo quise salir solo (…). 

MU: ¿Cuál fue su primera exposición individual?

GI: “(…) fue en el Salón de Honor de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca. Ahí fue mi primera muestra de acuarelas.

MU: ¿Y… cuál es la más relevante, según Ud.; fuera de Bolivia?

GI: Exposiciones lindas como la de Moscú; Aram Khatchaturian el músico [compositor ruso de origen armenio] la presentaba; se tocaron las notas del himno boliviano, y me hizo una presentación elogiosa. 

Luego en la Unión Soviética, también en Leningrado, exposición en el famoso Museo El Hermitage, el museo más grande del mundo, (…) era el Palacio de invierno del Zar. 

En ese otro lado, en México, el único boliviano, hasta ahora en tener una exposición individual en el Palacio de Bellas Artes de México, ahí en los muros, la obra de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, es decir lo más grande de la pintura mexicana, y ahí en la Sala Internacional, con letras de un metro: “Gil Imaná – Bolivia”. Mucha gente, muchos amigos. En esa época se podía formar un gabinete con los ex ministros que habían decidido radicar por exilio… allá en México.

Luego otra exposición, en Concepción, Chile, donde habló de la pintura boliviana y de mi obra el conocido poeta Pablo Neruda

La de Barcelona, también, una exposición en la Sala Gaudí[2], (…) en la que más vendí en mi vida, y Gladys es testigo, de 40 obras vendí 30, pero los porcentajes, los costos de comisión de la galería se llevaron más de la mitad del valor de las obras.

Yo creo que cada una de las exposiciones tiene su particular importancia y sus características, de manera que algunas con resultados más óptimos, otras no tanto, y otras sin ningún resultado económico.

MU: ¿Nómbreme a sus amigos, que trascendieron en las artes?

Pablo Neruda, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Jose María Arguedas, Benjamín Carrión, Oswaldo Guayasamín, Augusto Roa Bastos, Jesús Lara, Carolina María de Jesús, Alejo Carpentier, Adolfo Costa du Rels, con él hemos tenido una amistad, muy, muy especial, maravillosa.

Adolfo Costa du Rels, decía en pocas palabras: “la pluma se inclina reverente ante el pincel” (…). Tenía citas muy lindas.

Yo creo que he tenido la suerte de conocer grandes, de la Argentina Héctor Pablo Agosti, después del Uruguay a Martínez Moreno, a Mario Benedetti. 

MU: ¿Cómo era Augusto Roa Bastos?

GI: Muy afable, pequeñito nomás, de cuerpo ancho. Vio una de mis obras, señaló con el dedo y me dijo “esta quiero, para la tapa de un libro mío”, encantado le di, y salió una obra: “El hijo del hombre”, edición húngara con la tapa de Gil Imaná, pintor boliviano.

MU: ¿Alejo Carpentier?

GI: Alejo era un catedrático por excelencia, hemos coincidido en Venezuela; después hemos estado con él en Chile. En Bulgaria hemos sido –ambos- invitados para el Primero de Mayo. En París he asistido a una conferencia… Él era de origen francés, y su lengua original era el francés; cuando comenzó su conferencia en una universidad en las afueras de París, disertó en un español perfecto, era embajador de Cuba en UNESCO, y (…) habló de Voltaire [textual], entonces unos estudiantes sinvergüenzas, “Voltaire” [en francés], le corrigió… se dio la vuelta tranquilo, volvió y le dijo: “como yo veo que todos hablan francés, voy a seguir mi conferencia, de hoy día en francés... muertos los otros, tuvieron que escapar.

MU: ¿Guayasamín?

GI: Muy irascible, escandaloso, de carácter más bien fuerte, y decía las cosas que le parecían, por ejemplo, el rector de la Universidad de Concepción, era un comunista, y viajaba siempre a Moscú y se traía cuadros de pintores soviéticos… estábamos reunidos unos 20 intelectuales ahí, siguiendo las indicaciones del dueño de casa, y le pregunta: “ahora quiero una opinión sincera del maestro Guayasamín, de los pintores y de la colección que yo tengo, de Rusia”, “no debería preguntarme, pero ya que me ha preguntado, esto “c’est la merde”, es la peor muestra que he visto en mi vida, no podría ver nada peor, con razón la Unión Soviética, es el país más atrasado en arte en el mundo entero, porque tiene individuos como estos que pintan estas estampitas que no sirven para nada…, si yo sé que mi presencia le incomoda, Señor Rector, yo me voy… Gil vamos, me toma de la mano, y juntos salimos de la reunión y nos fuimos a tomar unos vinos ahí, en un boliche (…). 

MU: ¿Pablo Neruda?

GI: Era poeta de 24 horas, sus palabras eran poesía, no hacía 5 minutos que nos conocíamos, levanta la mano y dice: “saludo emocionado al hombre que viene de las altas montañas ferruginosas, donde solamente viven los cóndores y una gente que parece como tallada por el tiempo”, eso por ejemplo lo improvisaba, pero es un poema… y todo el tiempo estaba ahí.

Me decía “bolivianito”, “boliviano”, pero después al final era “Gili”, era el nombre que me dio. A él no se le podía cambiar, se le llamaba Pablo y era Pablo, para dirigirse a él (…).

MU: ¿Cuénteme de Inés[3]?

GI: Una mujer muy sensible, aficionada incluso a todo lo que hacía, todo lo que hacía, lo hacía con arte, cocinaba muy bien, creadora como no hay otra, ella comenzó egresada de la Escuela de Bellas Artes de acá. Como pintora, luego estudió cerámica en Montevideo, de ahí se fue a España, a estudiar en la Escuela Massana, entonces tenía pintura grabado, cerámica, luego orfebrería, joyas, pero como la creación muy de ella, muy nueva, juntaba cucharas de plata desechas, medio desechas, para aprovechar ella como punto central de su nueva joya, y cuando no podía hacer eso, comenzó con la creación de collage con textiles, y con metales, este collage con metales y textiles, le ha dado la satisfacción de ser la única ganadora de los 8 premios de las bienales IMVO, que se realizaron en Bolivia. Fue invitada a realizar un mural (…) en el Edificio Central de la Organización de Estados Americanos – OEA. Sencilla, amiga de Gladys…

MU: ¿Cómo la conoció?

En dos fases, cuando ella fue, a exponer a Sucre -ella sola-, recibí llamado del Rector Guillermo Francovich, me dijo “ha llegado una pintora de La Paz, quiero que vengan algunos pintores jóvenes a ayudarla a exponer en el Salón de honor”, entonces fuimos y ahí la conocí por primera vez, estuvimos un poco, y luego volvió ella. Pero, después de muchos años, yo venía de haber sido profesor de la Universidad en Venezuela, y ella volvía de haber terminado el curso en la Escuela Massana, (…) ahí nos conocimos y comenzamos poco a poco, a ahondar ese conocimiento y ver las similitudes en preferencias, determinados gustos. 

MU: ¿Cómo fue su amistad con Marina Núñez del Prado?

GI: Con Marina yo iba los sábados, ella abría su casa, me invitaba un api, o un coctelito, “coctelito Marina”, decía, porque era puro juguito de naranja con unas gotitas de singani, nuestra relación no era mayor que de sábado a sábado, vernos y comentar las exposiciones, comentar las novedades… 

Un día estábamos en París, en la Opera de París, y en el intermedio, Inés me dice, mientras tú te fumas tu cigarrito, yo voy a dar una vuelta… vuelve pronto y me dice, “no te imaginas, quién está aquí”, Marina Núñez del Prado, “que maravilla”, vino Marina, nos presentó a su esposo, recién casados, habían ido a Bulgaria, y de allá se fueron a París, y nos fuimos a comer, salimos de la Opera, y, ella me dijo: “Inés, Gil, quiero decirles una cosa, yo voy a estar un mes en París, con mi esposo, quiero que Uds. sean mis invitados, todos los días, cuando hay dos comidas, dos comidas, cuando hay una sola, una sola, pero todos los días tenemos que estar juntos, vamos a comenzar a hacer una lista, ir a los museos, a ver…”. 

Entonces, así poco a poco, escogido por ella iniciamos una amistad, (…) luego [fui] Presidente de la Fundación Núñez del Prado durante 32 años. He colaborado a veces años completos, de la mañana a la noche… pero feliz de haber tenido amistades como la de Marina Núñez del Prado, Yolanda Bedregal, Oscar Cerruto, Enrique Arnal que acaba de morir, Graciela Rodo Boulanger la “Chela Rodo”, bueno sería difícil dar o enumerar una lista.

MU: Háblenos sobre su exposición individual número 100.

Gil Imaná: Ahora estoy en vísperas de llegar a mi exposición individual número 100, tengo una invitación para realizar esa exposición, pero tenemos que dar vueltas esta semana, para ver algunas características que tenemos que darle porque no es una exposición cualquiera, es la número 100 y rara vez un artista llega a tener 100 exposiciones individuales.

Mito Urbano: ¿A quién dedicará esa su exposición…?
 
Gil Imaná: No he pensado todavía, pocas veces han sido dedicadas, pero si tuviera que dedicar a alguien sería a Inés con amor, a mi esposa, muerta hace 5 años.

Yo creo que a la hora de llegar casi a cumplir ya las 100 exposiciones individuales haciendo un pequeño balance veo que mi vida ha sido variada, mi vida ha sido tormentosa, a veces apacible, siempre triste, pero era una tristeza que reconfortaba para seguir adelante. Si estoy contento de haber vivido, estoy ahora más contento, ahora que voy a devolver al pueblo lo que el pueblo me ha dado…

Pero si hay algo que me duele mucho, es yo era muy detallista al expresarme y al ver, analizaba bien las obras y todo, ahora la vista poco a poco se ha ido yendo, (…) pero sigo dibujando, y no dibujo con los ojos, para dibujar miro arriba y dibujo con la memoria, con la mente… claro que a veces un ojo me resulta más abajo o más arriba que el otro, porque no puedo establecer la comparación, pero igual me da satisfacción y voy a seguir trabajando. 

[1] RIMSA, Juan (Svedasal, Lituania, 1903 – S. Mónica, EEUU, 1978).- Pintor. Estuvo en Bolivia 14 años (1936 y 1950), habiendo formado a importantes artistas nacionales. 
[2] “Gil Imaná, inauguró esta sala” (Gladys Quiroga). 
[3] Inés Córdova Suárez (1927 – 2010), su esposa.

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