miércoles, 12 de octubre de 2016

Con deficiencias y aciertos la Junta de vecinos de Sopocachi Bajo / Por: Gustavo Cardoso Subieta*


Históricamente el rol de las Juntas de vecinos, en nuestro país, ha cobrado mayor importancia de representación con el fortalecimiento de los gobiernos municipales, dándoles una actuación de control, vigilancia y de propuesta de la demanda ciudadana respecto a su hábitat. Desde ya, éstas prácticas se han ido enriqueciendo e intentando consolidar nuestra democracia, para el bien común, salvo cuando la correlación de fuerzas se ve afectada por el asedio e incidencia de los partidos políticos, que significa desdibujar esa capacidad genuina de estar y tener la palabra sin borrones.

Las Juntas, son también, el fusor de liderazgos, que pueden confluir en autoridades públicas locales, regionales e incluso nacionales.

Queda, empero, romper con esa anomia que las mutila, y que debiera confluir en que toda Junta de Vecinos, sea propositiva, caracterizada por el voluntariado y la gratuidad, que busque el consenso en la ejecución de obras y acciones muy a pesar que siempre los recursos son insuficientes ante la demanda, y, que tengan el objetivo mayor de mejorar la calidad de vida de quienes habitan en su jurisdicción.

Quebrar, de igual modo, esa creencia que el dirigente vecinal es el que administra los recursos públicos anuales asignados por ley, que legal y por sentido común no es cierto.

Particularmente la Junta de Vecinos Sopocachi Bajo, como otras similares, mantiene una real independencia de los partidos políticos, y la integran ciudadanos de distinta condición etérea, de oficio, profesión y experiencia, siendo esa heterogeneidad su mayor riqueza, además, la única nómada ante la falta de un espacio físico que la acoja.

En ese contexto, su relacionamiento con el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, ha sido, propositivo no sólo para obras civiles, sino, en áreas culturales y patrimoniales que marcaron una importante diferencia.

Empero, este barrio en sus casi 90 hectáreas de territorio, tiene muchos problemas irresueltos desde los estructurales como un sistema de desagües ya colapsado frente al asedio de cientos de edificios; contaminación y disposición de residuos incontroladas; la paulatina pérdida de patrimonio; la inseguridad ciudadana; la proliferación de negocios callejeros; etc., y que han sido -y son- una constante promesa incumplida por parte de las autoridades llamadas para su atención, y motivo de permanente reclamo ciudadano.

Sopocachi bajo, es una de las zonas tradicionales paceñas, hoy por hoy, más densamente pobladas del país, cotiza al igual que algunos sectores del sur o comerciales los impuestos más altos por metro cuadrado de La Paz, y depende administrativamente de la Sub Alcaldía de Cotahuma, que está representada por el Sr. Freddy Mercado, quien emerge -justamente- de las dirigencias vecinales.

Mercado, en lo cierto, muestra en su representatividad la continuidad, la debilidad, y tradición de los servidores públicos de siempre, del compromiso sin agenda, de la palabra sin empeño, de la impuntualidad, y una administración que denota –para mal de todos- igual hermenéutica. 

Pero también, estamos nosotros, los ciudadanos de a pie propios y extraños al barrio, nuestro déficit en educación ciudadana nos está haciendo daños inconcebibles, la contaminación acústica es un mal, prácticamente de las 24 horas, principalmente de vehículos estacionados en nuestras calles y alarmas de distinta índole. O que nuestras veredas y plazas que se han convertido en el estercolero de centenares de canes, que pasean con sus dueños, especialmente temprano en la mañana; y que no comprenden el atentado a la salud pública, el mal aspecto y el desazón de embadurnarse los calzados con esos fétidos elementos… 

La contaminación visual, de quienes confunden el graffiti con el pintarrajeado, y que no respetan ninguna propiedad, pared, escultura, árbol, o mínimo resquicio. Sumándose, a esto, el destrozo de los bienes de todos a la sazón del alcohol, y que atenta -permanentemente- sitios únicos como la Plaza Mirador El Montículo Néstor Portocarrero.

En fin, seguro, habrá mucho más que dilucidar, y desde ya la réplica, crítica y autocrítica que denotan crecimiento debieran ser constantes, en la medida que el problema está ahí, y que las soluciones vendrán en la medida que uno sea también parte de ese proceso, rompiendo así con ese señalamiento fatuo y de coyuntura, que es un giro vivo sin sentido.


* Es vecino de Sopocachi, y miembro de la JVSB.

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