miércoles, 24 de abril de 2013

Franca pérdida del patrimonio cultural


Franca pérdida del patrimonio cultural
Por: Gustavo Cardoso Subieta*





Durante las últimas semanas, a través de los medios de comunicación nos hemos enterado sobre la pérdida de patrimonio cultural nacional depositado en varias iglesias del territorio, el último hecho en el templo de Copacabana. Estos extremos, nos muestran la vulnerabilidad en la que nos encontramos, a pesar de vivir en la época de las tecnologías que favorecerían a la seguridad y que hubieran frenado estos actos extremos, pero que los custodios no se dieron por enterados.

No obstante, no son únicamente las crónicas policiales que deberían preocuparnos, sino, una hilera de hechos que precisan salidas inmediatas, frente a un patrimonio que se nos va indefectiblemente. El ultimátum a Bolivia, por parte de la UNESCO, el año 2011, para evitar que las ruinas de Tiahuanacu sigan deteriorándose, no es simple, y al parecer no se ve la voluntad política para las acometidas.

Pero sí hay la visión política que pretende hacer desaparecer la Cinemateca Boliviana, que en 36 años se ha convertido en el archivo más importante del país de imágenes fijas y en movimiento, en un esfuerzo privado, que dos o tres generaciones participamos, y que hoy por hoy, ve en peligro su existencia, ante el intento de fundar una Cineteca, en el marco de un Proyecto de Ley.

A esto habrá que sumar que nosotros como ciudadanos de la aldea grande, no estamos impregnando a las generaciones más jóvenes, el sentido común y el respeto al patrimonio público o ajeno. Gran parte de los muros ciudades, incluso de las fachadas de edificios de nuestro acervo se hallan pintarrajeados, y contradicen –sin lugar a dudas- las corrientes que reivindican a las culturas, arte o tribus urbanas, sino que es mero vandalismo, porque en esencia no expresan nada, salvo, desde luego pequeñas salvedades.  

En la Academia Nacional de Bellas Artes Hernando Siles, en Sopocachi, por ejemplo, cuya fachada se está cayendo –expresamente- a “pedacitos”, se cubren paulatinamente las arengas, símbolos y firmas, con la pintura y el color que encuentran a mano, habiendo convertido su muro principal en un espectáculo de mal gusto.   

Metros más allá, una imponente escultura en granito negro, tiene en su parte posterior una rúbrica de un infortunado que con un “spray” en mano mancilló una obra de arte, además, que pareciera que nunca desde su colocación ha sido por lo menos “desempolvada”, paradójicamente, esta está situada prácticamente al frente de las oficinas de la Oficialía Mayor de Culturas, del Municipio paceño.

Y, las pruebas son interminables, frente a una inexistente respuesta, que ni siquiera ha considerado lo urgente por lo importante. No hay planteamientos integrales; y nos está mostrando que estamos viviendo una especie de fiebre que no nos deja ver, que las sociedades se construyen sobre sus patrimonios, que son la base de sus identidades.     

* Presidente a.i. de la Junta Vecinos Sopocachi Bajo

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